domingo, 17 de junio de 2012

El estrés en la sociedad líquida


El Estrés en la Sociedad Líquida

En la actualidad todos somos parte y todos llevamos una vida líquida, lo cual conlleva innumerables consecuencias, entre la que claramente se destaca el estrés, que llevado a un nivel más generalizado y desde una perspectiva macro puede desembocar en enfermedades sociales y consecuencias grabes de carácter estructural.

Existen tantos factores desencadenantes como consecuencias de esto. Bauman asegura que la sociedad líquida “es aquella en que las condiciones de actuación cambian antes de que las formas de actuar se consoliden en unos hábitos y en unas rutinas determinadas”[1]. Podemos decir que la rutinización y la habitualización de los actos humanos son los que brindan seguridad al hombre; el estar en un contexto que como dice el autor cambia constantemente genera un estado crónico de incertidumbre e inseguridad, y en cuanto uno intenta de establecer de manera fija una forma de comportamiento, cambia el entorno y los patrones situacionales generando que esta quede obsoleta en un abrir y cerrar de ojos y no pueda aplicarse. Esta búsqueda de establecer una forma de actuar más estandarizada o táctica es imposible que llegue a su meta, ya que es un resultado del aprendizaje experimental, de lo que se vive día a día (es decir, parte del sentido común que es aquel generado por el simple hecho de experimentar el mundo) y estas situaciones vivenciales cambian, como ya dijimos, de manera vertiginosa, generando inseguridad acerca de lo que vaya a suceder y de la consecuente acción a llevar a cabo.
Por esto es que decimos que lo anterior provoca estrés, basado en el temor a ser tomados por sorpresa, desprevenidos, es un estado constante de incertidumbre, sintiendo permanentemente una sucesión de nuevos comienzos y finales; teniendo que desprenderse de todo (afectos, objetos de consumo, opiniones, información, etc.) sin poder aferrarse a nada. Esto implica tener permanentemente que borrar, que dejar; ya que la vida líquida es una vida de producción de residuos. A su vez se genera más estrés y tención, ya que, como afirma Bauman, podemos caer también en la bolsa de deshechos; tenemos un constante miedo de no estar actualizados y no tener lo último y más llamativo en esta sociedad consumista y por eso ser desplazados. “puede que vivir encamine a los vivos hacia la muerte pero, en una sociedad moderna líquida, a esos mismos vivos puede resultarles una posibilidad y una preocupación más inmediata y más agotadora que les encamine hacia el vertedero” por eso estamos con la constante presión de tener que demostrar nuestro propio valor de uso (pag19). Nos sentimos estresados porque nos sentimos obligados a mantener tal ritmo de vida y de consumo para tener siempre lo último (no lo indispensable para vivir) y sentirnos parte de la sociedad; es la constante modernización o, en caso contrario, la exclusión. 

No solo es la constante modernización que nos obliga a llevar a cabo esta vida liquida sino que también la velocidad con la que esta se debe llevar a cabo, los tiempos de este estilo de vida son también generadores de estrés y “canas verdes” ya que no da tiempo de respirar porque donde uno se distrajo y no está al día queda desplazado o rezagado. Es “vivir a las corridas” lo que altera a la gente y peor aún, a toda la sociedad; provocando a su vez soledad (principal detonante del malestar del ser humano, debido a que somos animales sociales) ya que ¿en que momento tenemos tiempo para una verdadera y profunda comunicación con el prójimo? Todo esto es literalmente “vivir en el desorden”[2] , y ¿qué genera más estrés que el desorden y el vivir sin rumbo? Debemos constantemente buscar, en este mundo líquido y desordenado, posibilidades para triunfar; escasas posibilidades que nos llevan a la ambición y al egoísmo, ya que no todos pueden llega a la sima, solo los que estén lo suficienatentos y desprendidos y habituados al estrés. 

La vida es una carrera donde luchamos por nuestras metas, pero en esta vida líquida es muy difícil que se materialicen, y no hay nada más estresante que no poder lograr lo que uno se propone. Pero para poder correr esta carrera necesitamos tener en claro esas metas (hacia donde queremos ir, por mas que no se vayan a cumplir nunca) y quienes somos para tener en claro como nos desenvolveremos en el transcurso de la vida. En la sociedad líquida existe una constante búsqueda y por ende preocupación por la identidad. En esta tendencia de desechar todo, desechamos nuestra historia y nuestro pasado y vivimos en una constante exploración interna que no tiene fin al igual que la individualidad.
Un importante aporte a esta búsqueda es la cultura, también desplazada o desvalorizada por la sociedad líquida, ya que se convirtió en un mero elemento de consumo (cosa que genera más estrés porque que esté a disposición de todos no quiere decir que todos puedan adquirirlo o tengan la capacidad económica para llegar a ella) y ya que la “…incurable precariedad de las rutinas y la veloz sustitución sucesiva de las mismas: suficientemente rápida como para impedir la más mínima consolidación en forma de hábitos o normas”[3] aporta también a la degradación cultural debido a que los hábitos, rutinas y normas son productos del hombre y por lo tanto son elementos indispensables del patrimonio cultural de la sociedad.
Así como estos elementos han dejado de ser parte permanente de la cultura, han entrado en ésta factores que contribuyen al estrés  tal como es la inseguridad ya sea laboral, económica, afectiva, etc.; de este tipo de vida. Paradójicamente, cuantas más medidas se toman, más “afirman y contribuyen a a producir una sensación de desorden”[4] y un ambiente de estrés crónico pero ya a nivel social, no solo individual. La inseguridad entonces genera temor y de esto el consumismo se aprovecha y genera soluciones efímeras e inservibles en torno a las cuales hace su despliegue de estrategias de marketing. Pero resulta contradictoria que estamos tan habituados a este estrés que si no hubiera inseguridad esto conllevaría al “infierno del aburrimiento”[5].

Podemos afirmar entonces que si llevamos todos estos factores de estrés al plano social y general tenemos consecuencias de características estructurales, las cuáles, si tienen soluciones, deben ser ejercidas de forma sistemática y planificada como la educación por ejemplo. Vamos a encontrar que la sociedad líquida “ si despierta algún interés por la reforma social, es por una reforma que trata principalmente de impulsar a la sociedad hacia la renuncia de todas sus pretensiones de tener más valor propio…”[6] entonces vamos a encontrar factores crónicos como este que llevan a un estancamiento y a un estado de enfermedad social generada por la vida líquida y que a su vez ayuda a mantenerla “La nula atención prestada a las condiciones de la vida e común impide la posibilidad de renegociar el marco que hace que la vida individual sea líquida.”[7] Pero este estrés social y malestar generalizado (del que muchas veces no nos damos cuenta), el colesterol alto, depresión, obesidad, hipertensión, etc. de los que sufre la mayor parte de la población mundial ¿tiene solución?

Bauman asegura que una forma de romper con lo anteriormente explicado es la educación, “utilizar la educación como cuña suficientemente potente como para desestabilizar…”[8] este estado narcotizante y este circulo vicioso de malestares sociales y concientizar a todas las sociedades acerca del estilo de vida y del modelo de sociedad en el que estamos sumergidos en la actualidad. La educación es muchas veces la respuesta cuando el problema reinante o los problemas son de índole estructural y tan arraigados a la población como estos. Obviamente el autor afirma que no es fácil esta labor ya que, como hemos mencionado antes, la vida líquida nos enseña a no aferrarnos a ningún conocimiento o información ya que nada es duradero y las condiciones y contextos cambian tan rápidamente; “toda la información que adquieren se vuelve anticuada rápidamente”[9]. Los educadores deben luchar contra eso y lograr que la gente actúe o se revele ante una forma de vida que se les es impuesta.


[1] Zygmunt Bauman, Vida Líquida, Paidós, Buenos Aires 2009; pág. 9

[2]  Op Cit; Pág.12
[3] Op Cit; pág.80
[4] Op Cit; pág 94
[5] Op Cit. Pág 103
[6] Op Cit; pág 21
[7] Op Cit; pág 22
[8] Op Cit; pág 23
[9] Op Cit; pág 157

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