El Estrés en la Sociedad Líquida
En la actualidad todos somos parte y
todos llevamos una vida líquida, lo
cual conlleva innumerables consecuencias, entre la que claramente se destaca el
estrés, que llevado a un nivel más
generalizado y desde una perspectiva macro puede desembocar en enfermedades
sociales y consecuencias grabes de carácter estructural.
Existen tantos factores
desencadenantes como consecuencias de esto. Bauman asegura que la sociedad
líquida “es aquella en que las condiciones de actuación cambian antes de que
las formas de actuar se consoliden en unos hábitos y en unas rutinas
determinadas”[1].
Podemos decir que la rutinización y la habitualización de los actos humanos son
los que brindan seguridad al hombre; el estar en un contexto que como dice el
autor cambia constantemente genera un estado crónico de incertidumbre e
inseguridad, y en cuanto uno intenta de establecer de manera fija una forma de
comportamiento, cambia el entorno y los patrones situacionales generando que
esta quede obsoleta en un abrir y cerrar de ojos y no pueda aplicarse. Esta
búsqueda de establecer una forma de actuar más estandarizada o táctica es
imposible que llegue a su meta, ya que es un resultado del aprendizaje
experimental, de lo que se vive día a día (es decir, parte del sentido común
que es aquel generado por el simple hecho de experimentar el mundo) y estas
situaciones vivenciales cambian, como ya dijimos, de manera vertiginosa,
generando inseguridad acerca de lo que vaya a suceder y de la consecuente acción
a llevar a cabo.
Por esto es que decimos que lo
anterior provoca estrés, basado en el temor a ser tomados por sorpresa,
desprevenidos, es un estado constante de incertidumbre, sintiendo
permanentemente una sucesión de nuevos comienzos y finales; teniendo que
desprenderse de todo (afectos, objetos de consumo, opiniones, información,
etc.) sin poder aferrarse a nada. Esto implica tener permanentemente que
borrar, que dejar; ya que la vida líquida es una vida de producción de
residuos. A su vez se genera más estrés y tención, ya que, como afirma Bauman,
podemos caer también en la bolsa de deshechos; tenemos un constante miedo de no
estar actualizados y no tener lo último y más llamativo en esta sociedad
consumista y por eso ser desplazados. “puede que vivir encamine a los vivos
hacia la muerte pero, en una sociedad moderna líquida, a esos mismos vivos
puede resultarles una posibilidad y una preocupación más inmediata y más
agotadora que les encamine hacia el vertedero” por eso estamos con la constante
presión de tener que demostrar nuestro propio valor de uso (pag19). Nos
sentimos estresados porque nos sentimos obligados a mantener tal ritmo de vida
y de consumo para tener siempre lo último (no lo indispensable para vivir) y
sentirnos parte de la sociedad; es la constante modernización o, en caso
contrario, la exclusión.
No solo es la constante modernización
que nos obliga a llevar a cabo esta vida liquida sino que también la velocidad
con la que esta se debe llevar a cabo, los tiempos de este estilo de vida son
también generadores de estrés y “canas verdes” ya que no da tiempo de respirar
porque donde uno se distrajo y no está al día queda desplazado o rezagado. Es
“vivir a las corridas” lo que altera a la gente y peor aún, a toda la sociedad;
provocando a su vez soledad (principal detonante del malestar del ser humano,
debido a que somos animales sociales) ya que ¿en que momento tenemos tiempo
para una verdadera y profunda comunicación con el prójimo? Todo esto es
literalmente “vivir en el desorden”[2]
, y ¿qué genera más estrés que el desorden y el vivir sin rumbo? Debemos
constantemente buscar, en este mundo líquido y desordenado, posibilidades para
triunfar; escasas posibilidades que nos llevan a la ambición y al egoísmo, ya
que no todos pueden llega a la sima, solo los que estén lo suficienatentos y
desprendidos y habituados al estrés.
La vida es una carrera donde luchamos
por nuestras metas, pero en esta vida líquida es muy difícil que se
materialicen, y no hay nada más estresante que no poder lograr lo que uno se
propone. Pero para poder correr esta carrera necesitamos tener en claro esas
metas (hacia donde queremos ir, por mas que no se vayan a cumplir nunca) y
quienes somos para tener en claro como nos desenvolveremos en el transcurso de
la vida. En la sociedad líquida existe una constante búsqueda y por ende
preocupación por la identidad. En esta tendencia de desechar todo, desechamos
nuestra historia y nuestro pasado y vivimos en una constante exploración
interna que no tiene fin al igual que la individualidad.
Un importante aporte a esta búsqueda
es la cultura, también desplazada o desvalorizada por la sociedad líquida, ya
que se convirtió en un mero elemento de consumo (cosa que genera más estrés
porque que esté a disposición de todos no quiere decir que todos puedan
adquirirlo o tengan la capacidad económica para llegar a ella) y ya que la
“…incurable precariedad de las rutinas y la veloz sustitución sucesiva de las
mismas: suficientemente rápida como para impedir la más mínima consolidación en
forma de hábitos o normas”[3]
aporta también a la degradación cultural debido a que los hábitos, rutinas y
normas son productos del hombre y por lo tanto son elementos indispensables del
patrimonio cultural de la sociedad.
Así como estos elementos han dejado
de ser parte permanente de la cultura, han entrado en ésta factores que
contribuyen al estrés tal como es la
inseguridad ya sea laboral, económica, afectiva, etc.; de este tipo de vida.
Paradójicamente, cuantas más medidas se toman, más “afirman y contribuyen a a
producir una sensación de desorden”[4]
y un ambiente de estrés crónico pero ya a nivel social, no solo individual. La
inseguridad entonces genera temor y de esto el consumismo se aprovecha y genera
soluciones efímeras e inservibles en torno a las cuales hace su despliegue de
estrategias de marketing. Pero resulta contradictoria que estamos tan
habituados a este estrés que si no hubiera inseguridad esto conllevaría al
“infierno del aburrimiento”[5].
Podemos afirmar entonces que si
llevamos todos estos factores de estrés al plano social y general tenemos
consecuencias de características estructurales, las cuáles, si tienen
soluciones, deben ser ejercidas de forma sistemática y planificada como la
educación por ejemplo. Vamos a encontrar que la sociedad líquida “ si despierta
algún interés por la reforma social, es por una reforma que trata
principalmente de impulsar a la sociedad hacia la renuncia de todas sus
pretensiones de tener más valor propio…”[6]
entonces vamos a encontrar factores crónicos como este que llevan a un
estancamiento y a un estado de enfermedad social generada por la vida líquida y
que a su vez ayuda a mantenerla “La nula atención prestada a las condiciones de
la vida e común impide la posibilidad de renegociar el marco que hace que la
vida individual sea líquida.”[7]
Pero este estrés social y malestar generalizado (del que muchas veces no nos
damos cuenta), el colesterol alto, depresión, obesidad, hipertensión, etc. de
los que sufre la mayor parte de la población mundial ¿tiene solución?
Bauman asegura que una forma de
romper con lo anteriormente explicado es la educación, “utilizar la educación
como cuña suficientemente potente como para desestabilizar…”[8]
este estado narcotizante y este circulo vicioso de malestares sociales y
concientizar a todas las sociedades acerca del estilo de vida y del modelo de
sociedad en el que estamos sumergidos en la actualidad. La educación es muchas
veces la respuesta cuando el problema reinante o los problemas son de índole
estructural y tan arraigados a la población como estos. Obviamente el autor
afirma que no es fácil esta labor ya que, como hemos mencionado antes, la vida
líquida nos enseña a no aferrarnos a ningún conocimiento o información ya que
nada es duradero y las condiciones y contextos cambian tan rápidamente; “toda
la información que adquieren se vuelve anticuada rápidamente”[9].
Los educadores deben luchar contra eso y lograr que la gente actúe o se revele
ante una forma de vida que se les es impuesta.
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