"La vida es juego"
En su libro “Vida Líquida”,
Zygmunt Bauman da una acertada
descripción de la sociedad en la que estamos viviendo, donde todo cambia y nada
permanece.
Me parecen muy
interesantes los ejemplos de juegos infantiles que utiliza para describir a la
sociedad líquida. Con la diferencia que estos juegos llevados a la vida
cotidiana pierden la inocencia y se convierten en una competencia cruel y
despiadada para alcanzar el premio, que es la vida misma.
La primera comparación que
aparece es la de la vida como “una versión siniestra del Juego de la Silla”.
Este es el ejemplo más ilustrativo de la cruel competencia en la búsqueda de
trabajo ya que cada vez hay menos empleo que permitan cubrir las necesidades de
consumo. Hay que luchar, esforzarse, capacitarse cada vez más para conseguir el
puesto. Lo que importa es la velocidad, nunca detenerse, porque el que se
detiene pierde. Como bien explica Bauman: “Pero para incorporarse a la carrera
o para seguir en ella, primero hay que comprarse las zapatillas especiales para la maratón.”[1] Para poder competir tengo
que consumir lo que es adecuado para lograr mi objetivo, de lo contrario me
quedaré en el camino. Al igual que un niño que busca comprarse una capa que vio
en una publicidad para parecerse a
Superman. Consumimos, compramos lo que los medios de comunicación y la sociedad
nos “dice” que es lo mejor para dar con el perfil del puesto.
Es acertado el
razonamiento de Bauman cuando asemeja a la Vida Líquida con el Juego de la Oca
porque los caminos que llevan de lo más alto a lo más bajo son demasiado
cortos, “…las caídas y las subidas se producen a la velocidad del lanzamiento
de dados y ocurren sin apenas previo aviso”.[2] Esto lo podemos ver día a
día en el ámbito empresarial, en la política, por ejemplo. Un día la persona es
la mejor de todas, está en la cima y al otro día, se convierte en un inútil, es dejado de lado por el nuevo
elegido.
En mí opinión el juego supremo de la
sociedad es el Pacman, ya que la actividad de los hombres por excelencia es el
consumo, lo hacemos permanentemente y por cualquier motivo, es una cadena
permanente, que hace que no nos detengamos a pensar un segundo que nos
convertimos en objetos de consumo, en
una “cosa” más de la sociedad. Nos dejamos consumir por nuestros empleadores
para que con el rédito que obtengamos de nuestro trabajo podamos conseguir
nuevos productos. Esto lo hacemos para intentar “satisfacer” las necesidades
que se nos presenten día a día, porque nunca nos vamos a sentir realizados,
nunca vamos a lograr ser lo suficientemente buenos para nuestra sociedad
liquida. La esencia de la sociedad moderna se caracteriza porque sus habitantes
sean Pacman insastifechos en permanente cambio.
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